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Como docentes, a la hora de planificar una clase
debemos de tener en cuenta los sistemas globales que abarcan la enseñanza,
incluyendo tanto el sistema de referencia nacional como los de referencia
europea o de referencia internacional. Estas estructuras forman parte del
contexto del proceso de enseñanza-aprendizaje y son especialmente importantes
para profesores de lenguas extranjeras, dado por ejemplo su contribución a la
importancia percibida de ciertos idiomas según la situación política o
geográfica del país e incluso su reflejo en el propio entorno lingüístico del
alumnado y la relación que tiene con su(s) idioma(s) nativo(s) y los
extranjeros. Como
ya vimos en la asignatura Las Lenguas Extranjeras en el Contexto Español e
Internacional, el Marco Común Europea de Referencia para las Lenguas (MCERL) es uno de estos sistemas y tiene como objetivo
la convergencia de los sistemas educativos nacionales de los países de la Unión
Europea (UE) a través de criterios estandarizados que regulan la enseñanza de
idiomas, enfocándose en el concepto del plurilinguismo por encima del
bilingüismo y la capacidad que tiene el usuario de cumplir tareas en la lengua
extranjera.
El MCERL sirve para medir el nivel de comprensión y expresión oral y escrita en una determinada lengua, esto es común al resto de países gracias a la unificación de directrices para el aprendizaje y la enseñanza de lenguas dentro del contexto europeo. Se emplea para definir la escala de niveles en lo que respecta al dominio de lenguas que van desde un nivel básico denominado A1 hasta un nivel avanzado denominado C2.
Si nos centramos en la
práctica, la ventaja del enfoque del MCERL es la preparación que ofrece a los
estudiantes para la vida como usuarios/as activos de un idioma. Los objetivos
de la UE en cuanto al aprendizaje de lenguas extranjeras se enfocan principalmente
en la adquisición de competencias plurilingües para utilizar después en un
ambiente laboral (Comisión Europea, 2012), un ambiente que requiere la capacidad de poder desarrollar tareas con
autonomía así como ser entendido y entender a una gran variedad de personas.
Estas tareas piden fluidez más que exactitud, diferenciando entre los que saben
la teoría pero que se quedan sin la habilidad de aplicarla a una situación
real, y los que pueden comunicarse perfectamente, aunque sea con errores. Otra
ventaja de un enfoque más activo en la enseñanza de idiomas es el efecto
motivador que puede tener en el alumnado, demostrando la relevancia de la
lengua extranjera no sólo a su vida educativa sino también a su vida fuera del
aula. De este modo, el alumnado se mantiene motivado durante el proceso de
enseñanza-aprendizaje al darse cuenta de que los conocimientos que está
adquiriendo le serán útiles y necesarios en situaciones externas al entorno
educativo como puede ser un viaje al extranjero, un trabajo, un cambio de
residencia, etc. Un enfoque activo ofrece una mejor adquisición del
aprendizaje ya que el alumnado es parte activa del proceso de enseñanza-aprendizaje,
una mejor formación y preparación para la vida diaria del alumnado y para un
futuro laboral, dándole gran importancia a la competencia plurilingüe por
encima de la bilingüe.
Cabe destacar que el
estudio de una nueva lengua y cultura no implica sustituir la lengua y cultura
materna, ni llegar a ser menos competente en esta lengua de origen. El usuario
puede mantener las diferentes lenguas conectadas, así aprenderá distintas
formas de actuar y comunicarse en las diferentes lenguas que estudie, por lo
tanto desenvolverá una interculturalidad y se convertirá en plurilingüe.
Cuantas más lenguas y culturas conozca un individuo, más competencias,
destrezas y capacidades interculturales tendrá. Por otra parte, el conocimiento
de diversas lenguas permiten al individuo desenvolver una personalidad más
rica, mejorar la capacidad de aprendizaje y descubrir nuevas experiencias
culturales. Además, el estudio de lenguas ayuda a mejorar la comunicación, una
persona que domina varios idiomas puede mediar como traductor o intérprete para
aquellas personas que no se pueden comunicar en otras lenguas con otras
personas.
Por último, destacar como ya he mencionado
anteriormente que el hecho de saber idiomas implica mejorar nuestra
comunicación, conocer nuevos mundos y culturas, hacernos más "ricos",
descubrir nuevas experiencias, etc. Como consecuencia, pienso que no solo es
importante el estudio de un idioma dentro del entorno educativo sino que en
muchas ocasiones el mejor método para estudiar una lengua y su cultura consiste
en viajar, realizar intercambios lingüísticos, vivir en un país de habla
inglesa, o francesa, o alemana... para conocer de cerca el idioma que queremos
aprender así como la cultura que lo acompaña.
Joana Costas
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